
TAMERL�N
|
El verdadero Timur Lang (1333 � 1405) era hijo de Teragai, jefe de su tribu, y descendiente del primer ministro del hijo de Gengis Kan. Poe no se apeg� al curso de la historia de su h�roe, sino que m�s bien lo escoge para representar a un ambicioso conquistador que abandona a su mujer amada y retorna, al final, para darse cuenta de lo f�til de sus conquistas.
Las �Notas� de Poe para la versi�n de Tamerl�n de 1827 tienen un cierto inter�s, y se reproducen aqu� tal como aparecieron solo en vida de su autor.
1. Reverendo Padre, por ti he enviado, (verso 1)
Poco se sabe de la historia de Tamerl�n, y con esa escasez me he tomado la m�xima libertad de un poeta. Que Tamerl�n descendiese de la familia de Gengis Kan es m�s que probable; pero se cree, popularmente, que era hijo de un pastor, y que alcanz� el trono gracias a su propia destreza. Muri� en 1405, en tiempos del Papa Inocencio VII.
El hecho de conferirle a un �fraile� la tarea de confesor en su lecho de muerte, es una situaci�n que no puedo determinar con precisi�n. Tamerl�n quer�a que alguien escuchase su historia, �y por qu� no narrarla a un fraile? Ello no rompe los l�mites de las posibilidades (lo suficiente para mi objetivo) y tengo, al menos, bastante potestad de mi parte para tales transformaciones.
2. y derramaron los nieblas del Taglay (v. 39)
Las monta�as de Belur Taglay se desprenden del Immaus, en la parte sur de la Tartaria independiente. Son reconocidas por su particular selvatiquez y belleza de sus valles.
3. ning�n pensamiento m�s puro
encierra el coraz�n de un seraf�n que el tuyo (vv. 151-152)
Debo pedir disculpas al lector por hacer de Tamerl�n un t�rtaro del siglo XIV, y que habla en la misma lengua de un caballero de Boston del siglo XIX, pero disponemos de muy poca informaci�n de la mitolog�a t�rtara.
4. que arde brillantemente en el altar de Edis (v. 156)
Deidad que preside el amor virtuoso, en cuyo altar imaginario ard�a continuamente un fuego sagrado.
5. de quienes dif�cilmente comprender�n
de que llegue a ser �admirable� alguien que naci�
en su propio c�rculo de acci�n� (vv. 258-250)
Aunque Tamerl�n dice esto, no por ello es menos verdadero. Es un t�pico dif�cil hacer creer a la mayor�a de la humanidad que alguien, con quien se ha estado en intimidad, sea llamado en el mundo, un �gran hombre�. La raz�n es evidente: hay pocos grandes hombres. Sus acciones son, en consecuencia, vistas por la mayor parte de la gente a trav�s de la distancia. Solamente se advierten las partes sobresalientes de su car�cter, y no se observan aquellas propiedades que son peque�as y comunes a todos, y que parecen no tener ninguna relaci�n con un gran personaje.
�Qui�n ley� nunca las memorias, correspondencia, etc., que se han vuelto tan comunes en nuestra �poca, sin sorprenderse de que los �grandes hombres� act�en y piensen de modo �tan abominable�?
6. a su propio Alexis quien jur� solemne (v. 279)
No es totalmente una ficci�n que Tamerl�n adquiri� su renombre con un nombre falso.
7. �Contempla ahora alrededor tuyo a Samarcanda! (v. 327)
Creo que fue despu�s de la batalla de Angoria, que Tamerl�n convirti� a Samarcanda en su residencia. La ciudad lleg� a ser el centro del saber y de las artes durante un tiempo.
8. �Y qui�n es su soberano? Timur
Timur� (vv. 333-334)
Timur Bek, nombre con que tambi�n se llamaba a Tamerl�n.
9. la fama
de Gengis, que a�n resuena. (vv.336-337)
Las conquistas de Tamerl�n sobrepasaron a las de Gengis Kan; hac�a alarde de tener dos tercios del mundo bajo su dominio.
10. el sonido de las tinieblas avanzando (familiar para los esp�ritus que saben escuchar) (vv. 372-373)
Con frecuencia he imaginado o�r claramente el sonido de la oscuridad, cuando �sta se introduce a hurtadillas en el horizonte; una fantas�a disparatada, tal vez, pero no menos incomprensible que ver la m�sica.
�La mente, la m�sica exhalando en su rostro�.
11. Que la vida, cual flor de un d�a, se marchite, (v. 389)
Existe una flor (nunca he sabido su nombre cient�fico), vulgarmente llamada flor del d�a. Se abre bellamente a la luz del d�a, pero hacia la tarde se marchita, y por la noche sus hojas parecen totalmente secas y muertas. He olvidado, sin embargo, mencionar en el texto, que revive por la ma�ana; ahora, si no florece en Tartaria, pido perd�n por llevarla ah�. |
AL AARAAF
1a. Parte
|
1. en el bello cabo Deucato y que anhelantes, (v. 44).
En Santa Maura, antiguamente Deucadia.
2. de ella que am� a un mortal, y as� muri�. (v. 47).
Safo.
3, y la resplandeciente flor, mal llamada de Trebizonda, (v. 50)
Esta flor ha despertado mucho inter�s por parte de Lewenboeck y Tournefort. La abeja se embriaga al alimentarse de su n�ctar.
4. y Clitia, meditabunda entre m�s de un sol, (v. 68).
Clitia: el Chrysanthemum Peruvianum, o mejor, para emplear un nombre m�s conocido, el girasol, que se vuelve u orienta siempre hacia el sol; se cubre, como Per�, el pa�s de donde procede, de nubes de roc�o que refrescan sus flores durante las horas del d�a dominadas por violentos calores. B. de St. Pierre.
5. Y aquella ambiciosa flor que brot� sobre la Tierra, (v. 70).
Se cultiva en el jard�n del rey, en Par�s, una especie de �loe serpentino , sin espinas, y cuya flor, grande y hermosa, exhala un fuerte aroma a vainilla, durante la �poca de su expansi�n, que es muy breve. No florece hasta el mes de julio, y puede uno percibir, gradualmente, la apertura de sus p�talos, los ensancha, se marchita y muere. St. Pierre.
6. El loto Valisneria, que hacia all� escap� (v. 74).
En el R�dano se halla un bello lirio del tipo Valisneria. Su tallo puede alcanzar una longitud de 3 o 4 pies, y as� preserva su parte superior por encima del agua, en las crecidas del r�o.
7. �Y tu m�s encantador perfume p�rpura, oh Zante! (v. 76).
El jacinto.
8. Y el bot�n de Nelumbo que por siempre flota (v. 78).
Existe una f�bula de los hind�es que cuenta como Cupido fue visto por primera vez, flotando en uno de esos botones por el r�o Ganges. De all� el amor por la cuna de su infancia.
9. �se conf�a
transponer el canto de la Diosa en aras de fragancias al Cielo:
(vv. 80 � 81)
Y los pomos de oro rebosantes de perfumes que son plegarias de los santos. Rev. St. John.
10. con su modelo propio. (v. 105).
Los humanitaristas sosten�an la tesis de que Dios debe considerarse como poseedor, verdaderamente, de una forma humana. Ver los Sermones de Clarke, vol. 1, p�g. 26, fol. edit.
La tendencia del argumento de Milton, lo lleva a emplear un lenguaje que parecer�a a primera vista, estar al borde de su doctrina, pero se ver� inmediatamente que se cuida o protege contra la acusaci�n de haber adoptado uno de los errores m�s ignorantes de las edades oscuras de la Iglesia. Dr. Summer, Notes on Milton�s Christian Doctrine.
Esta opini�n, a pesar de numerosos testimonios en contra, no podr�a nunca haber sido muy generalizada. Andeo, un sirio de Mesopotamia, fue condenado como hereje por sustentar esa opini�n. Vivi� a principios del siglo IV. Sus disc�pulos fueron llamados antropomorfitas.
Entre los poemas menores de Milton est�n estos versos:
Dicite Sacrorum praesides nemorum Deae, etc.,
Quis ille primus cuius ex imagine
Natura solers finxit humanum genus?
Eternus, incorruptuus, aequaevus olo
Unusque et universus exemplar Dei.
Y despu�s:
Non cui profundum Caecitus lumen dedit
Dircaeus augur vidit hunc alto sinu, etc.
11. la fantas�a alada (v. 114).
Seltsamen Tochter Jovis
Seinem Schosskinde
Der Phantasie.- Goethe
12. �Aun cuando en los mundos rigen invisibles ciclos (v. 133).
Invisibles: demasiado peque�os para ser vistos. Legge.
13. pero deb�is dispersaros como luci�rnagas en la noche siciliana ( v. 145).
He advertido con bastante frecuencia un movimiento peculiar de las luci�rnagas: se re�nen, forman un gran conjunto, y luego emprenden el vuelo, desde un centro com�n, siguiendo innumerables radios.
14. �mas no abandon� todav�a su reino de Terasia. (v. 158).
Terasia, la isla mencionada por S�neca, que en un instante surg�a ante la at�nita mirada de los marineros. |
2a. Parte
|
15. Pavimentada de estrellas fundidas, como si hubiesen ca�do (v. 16).
Some star, which, from the ruin�d roof
Of shak�d Olympus, by mischance, did fall.- Milton.
Alguna estrella que desde la ruinosa techumbre
del estremecido Olimpo, por desventura, cay�.
16. �Frisos de Tadmor y Pers�polis, (v. 36).
Voltaire, al hablar de Pers�polis. dice: �Conozco bien la admiraci�n que inspiran estas ruinas, pero un palacio erigido al pie de una cadena de rocas est�riles, �puede ser una obra maestra de las artes?�. Voila des arguments de M. Voltaire.
17. de la bella Gomorra! �Ah, sobre ti esta ahora la ola! (v. 38).
��Ah!� la ola�: Ula Deguisi es el apelativo turco, pero en sus propias costas se denomina Bahar Loth, o Almotanah. Indudablemente hab�a m�s de dos ciudades sumergidas en el �mar muerto�. En el valle de Siddim hab�a cinco: Adrah, Zeboin, Zoar, Sodoma y Gomorra. Esteban de Bizancio menciona ocho, y Estrab�n trece (sumergidas), pero esto �ltimo est� fuera de toda raz�n.
Se dice (T�cito, Estrab�n, Josefo, Daniel de St. Saba, Nau, Maundrell, Troilo, D�Arvieux) que, despu�s de una intensa sequ�a, los vestigios de columnas, murallas, etc., pueden observarse sobre la superficie. En cualquier estaci�n pueden descubrirse esas ruinas mirando bajo el lago transparente, y a tales distancias, que podr�a ser un argumento a favor de la existencia de numerosos asentamientos en el espacio geogr�fico, ahora usurpado por los �asfaltitas�.
18. que sigiloso, lleg� a los o�dos, en Eiraco (v. 43).
Eiraco: Caldea.
19. �No es su forma, su voz, m�s fuerte y palpable? (v. 47).
Muchas veces he pensado que o�a con toda claridad el sonido de la oscuridad, acerc�ndose furtivamente en el horizonte.
20. Delicadas flores susurraban melod�as (v. 60).
Las hadas utilizan flores para su caracterizaci�n.- Las Alegres Comadres de Windsor.
21. prot�gese el so�ador
de los rayos lunares. (vv. 70 � 71).
En las Sagradas Escrituras puede leerse este pasaje: �El sol no te da�ar� en el d�a, ni la luna en la noche�. Egipto, la luna (y esto no es muy conocido) tiene el efecto de producir ceguera a quienes duermen con la cara expuesta a sus rayos, circunstancia tal a la que evidentemente alude el pasaje.
22. como el solitario albatros (v. 107).
Se dice que el albatros duerme durante su vuelo.
23. el murmullo que brota (v. 124).
Hall� esta idea en un antiguo relato ingl�s, pero que ahora no dispongo de �l, y entonces cito de memoria: �La verdadera esencia, por as� decirlo, y el h�lito vital de la primavera y origen de toda m�sica, es el placentero sonido que emiten los �rboles del bosque al crecer�.
24. y con la abeja duermen; (v. 141)
La abeja silvestre no duermen a la sombra si hay claro de luna.
La rima de este verso, as� como de uno que hay unos sesensa versos antes, tiene un aire de afectaci�n. Es, no obstante, una imitaci�n de Sir Walter Scott, o mejor dicho de Claude Halcro, en cuyos labios yo admiraba este efecto:
O! were there an island,
Tho� ever so wild
Where a woman might smile, and
No man be beguil�d, etc.
�Oh! Si hubiera una isla
que fuera tan salvaje,
donde una mujer pudiese sonre�r
y ning�n hombre fuese enga�ado, etc.
25.
lejos de la Eternidad del Cielo, y empero cu�n lejos del Infierno! (v. 173).
Para los �rabes existe un lugar intermedio entre el Cielo y el Infierno, donde los hombres no sufren castigo alguno, pero tampoco alcanzan esa tranquilidad, incluso felicidad, que se supone son caracter�sticas del gozo celestial.
Un no rompido sue�o,
Un d�a puro, alegre, libre quiero;
�������������
Libre de amor, de celo,
De odio, de esperanza, de recelo.
Fray Luis de Le�n.
La tristeza no est� excluida de �Al Aaaraaf�, pero es esa tristeza que los vivos gustan guardar por los muertos, y que en algunas mentes, se parece al delirio del opio.
El apasionado frenes� del Amor y el optimismo espiritual que acompa�an la embriaguez, son sus placeres menos santos, y el precio de los cuales, para las almas que eligen �Al Aaraaf� como su residencia despu�s de la vida, son la muerte y la aniquilaci�n.
26. El amor, sin gu�a, cay� entre �l�grimas de perfecto gemido� (v. 181).
There be tears of perfect moan
wept for thee in Helicon.- Milton
Haya l�grimas de perfecto gemido
vertidas por ti en el Helic�n.
27. fue un orgulloso templo llamado El Parten�n. (v. 215).
En 1687 el monumento estaba �ntegro; es el sitio m�s elevado de Atenas.
28. que a�n en tu ardoroso pecho latente. (v. 217).
Shadowing more beauty in their airy brows
Than have the white brasts of the Queen of Love.- Marlowe.
Reflejando im�genes m�s bellas en sus altivas frentes
que los blancos pechos de la Reina del Amor.
29. � y al saltar mi alado esp�ritu hacia el espacio, (v. 232).
Pennon por pinion (ala).- Milton.
|
|